Chicago: Entre la amenaza climática y el boom demográfico, la presión aumenta para las ciudades que deben reforzar urgentemente su capacidad de resistencia, advirtieron los científicos y expertos reunidos en Viena en el Congreso de Ciencias Terrestres.
En todo el mundo las aglomeraciones son especialmente vulnerables a las catástrofes naturales y demás tensiones climáticas.
Si las emisiones de gas de efecto invernadero continúan al mismo ritmo, todas las ciudades europeas verán acentuarse las olas de calor, pronosticaron las investigaciones presentadas esta semana por los científicos geológicos a la Unión Europea.
En las ciudades belgas, las temperaturas durante el verano podrían superar en 10ºC los niveles de alerta durante 25 días, según otros estudios.
Las inundaciones --principal riesgo en la UE-- se presentarían bajo el efecto de tormentas más severas.
El crecimiento urbano refuerza todavía más la urgencia. De aquí a 2050, el 80% de los habitantes de los países desarrollados vivirán en ciudades y en el caso de los países en vías de desarrollo, el 60% (la barrera del 50% a nivel mundial fue superada en 2007). Esto equivale a un millón de ciudadanos suplementarios por semana durante los próximos 40 años.
Las ciudades, concentradas en una pequeña parte del territorio, consumen hoy en día el 80% de la energía y generan más del 60% de las emisiones de gas de efecto invernadero.
Durante un debate, el climatólogo francés Hervé Le Treut advirtió que es necesario reducir las emisiones pero también prepararse “desde ya” para los impactos.
“Estamos casi en una fase en la que será imposible estar bajo los 2ºC” de calentamiento, objetivo que se ha fijado el mundo en el acuerdo de París, previno. “Ciertos impactos ya están aquí. Las medidas estructurales que permitirían adaptarse deben ser tomadas rápidamente en los transportes, los edificios...”.
Cultura del riesgo
“La manera en que se construyeron las ciudades no está adaptada”, señaló Daniel Schertzer, hidrometeorólogo de l’Ecole des Ponts Paris Tech (Francia). Gran parte de las infraestructuras urbanas están, a día de hoy, expuestas a estos riesgos.
En París el principal riesgo es una nueva riada centenaria, como la de 1910.
“Está claro que esto llegará algún día”, y más aún con el calentamiento, que es portador de tormentas, afirmó Sébastien Maire, responsable de la “resiliencia” en el Ayuntamiento de París. “Según la OCDE, esto nos costaría 100.000 millones de euros, 400.000 puestos de trabajo y serían necesarios entre 5 y 10 años para reconstruir el metro”.
La vulnerabilidad parisina viene determinada porque el equipamiento crítico está situado cerca del río, como las estaciones eléctricas o la red de calefacción urbana. “Actualmente no tenemos los recursos para reconstruir pero podemos identificar las medidas que hay que tomar”, explicó Maire, que desde finales de 2015 dirige la red mundial de las “100 ciudades resilientes”.
Poco a poco la idea de la “resiliencia urbana” se está difundiendo. Nueva York está en la vanguardia, igual que Nueva Orleáns o ciudades de Nueva Zelanda y Holanda en cuestiones hídricas.
“Abandonamos este antiguo enfoque del desarrollo urbano durante la euforia del siglo XX”, comentó el responsable francés. “Sin embargo, no se trata de catastrofismo sino de prepararse tranquilamente”.
Maire tiene una lista de las acciones que habría que llevar a cabo: zonas rurales de expansión en caso de riada, calidad del agua, implicación ciudadana, educación sobre la cultura del riesgo... Todo esto con la actividad de los científicos, insistió.
En algunos años, la “resiliencia de las ciudades” se ha convertido en un importante sujeto de estudio.