La
sociedad dominicana pedía a ritmo de tambores de “guerra” que la
Procuraduría General de la República, ofreciera los nombres de las
personas que supuestamente recibieron los sobornos que la propia empresa
Odebrecht admitió pagar a funcionarios de distintos gobiernos, a
legisladores de distintos partidos, activos e inactivos.
Como
parte del proceso y de la investigación llevada a cabo por la PGR,
fueron dados a conocer quiénes eran los encartados. Como un tercer paso
se procedió, aunque no fue de la mejor manera, a detener a los imputados
en visita a sus respectivas residencias.
Fueron
presentados ante el juez Francisco Ortega Polanco, magistrado especial
designado por la Suprema Corte de Justicia, quien conoció el caso e
impuso medida de coerción a los señalados, menos a cuatro: tres por su
condición de legisladores y uno que no ha regresado al país a dar la
cara en la justicia por el caso en que está siendo involucrado.
Extrañamente,
partidos y líderes de las organizaciones a las que pertenecen los
encartados, mucho más evidente en los opositores que en el oficialismo,
muestran una actitud extraña, al querer darle un matiz político al caso y
de paso, como una equivocada estrategia mediática, quitarle crédito en
la opinión pública a un caso que debe ser llevado hasta las últimas
consecuencias.
Podría
alegarse, con sobradas razones y justificaciones, que hay debilidades
en las investigaciones presentadas por el Ministerio Público al juez,
que faltan “pejes gordos” en el expediente, pero no debemos propugnar
que el caso siga ventilándose en la justicia, se profundice la
investigación y se incluyan a los que no son y que no están todavía.
Nuestra
sociedad demanda transparencia en todas las acciones de la justicia y
es correcto que sea así, entonces dejemos de estar como el niño que es
sorprendido por la madre haciendo una travesura, pero aunque es evidente
lo que hacía, el pequeño se niega y le dice a su mami: “no fui yo”,
pero ella con ternura, si es una madre responsable, con amor le hará
entender que las cosas no bien hechas no deben hacerse.
Esa
actitud de nuestros dirigentes políticos nos hace recordar aquel
personaje de la cultura popular dominicana llamado María Gargajo, una
mujer obsesiva con la “limpieza” que lavaba los huevos antes de
freírlos, pero escupía la sartén para cerciorarse si estaba caliente el
aceite”.
No
es que estemos tranquilos, sino todo lo contrario, sigamos empoderados
frente a un tema que debe ser serio, transparente, del que podríamos no
tener confianza, sobre todo, por cosas sucedidas en el pasado reciente
en la justicia dominicana con caso de igual envergadura en términos de
corrupción y prevaleciendo la impunidad.
Dejemos
de parecernos a ese “limpio” personaje de nuestra cultura popular,
permitimos que la justicia avance en el caso Odebrecht y se incluyan
todos los que son porque no son todos los que están.
Benny Rodríguez El autor es periodista, egresado de la UASD e Inst. Int. de Periodismo José Martí, de La Habana, Cuba 19 Junio, 2017.